20 de marzo de 2015

Crónicas de Hirondale IX: la vuelta a la balanza

-Quiero que salgas de este bosque por el otro lado. En este entrenamiento usarás una espada de verdad,no ese trozo de  madera.
W cogió la espada de manos de Koga con solemnidad. la empuñó con ambas manos y tras hacer unos pocos movimientos para acostumbrar sus brazos a la diferencia de peso entre la madera y el metal y la enfundó.
-Mucha suerte, pequeño W. - Koga puso la mano en la cabeza del niño. - No te dejes dominar por tus miedos.
-No dejare que nada me domine, sensei.
Así, valientemente, el pequeño héroe se internó en el bosque y el maestro ninja desapareció.
W caminaba con calma por el bosque. Pensaba en sus cosas, ya que todos necesitamos un momento de reflexión. Por eso, no vio el par de ojos que lo miraban desde la espesura.
Mientras recorría el lugar, siempre hacia delante por el sendero, encontró una telaraña que bloqueaba el camino. Sin dudarlo, alocadamente, gritando, se lanzó a darle un espadazo para abrirse camino:
-GYAAAAAAAAAAH!- la espada rebotó contra la telaraña como si esta fuera chicle, haciendo que W cayese de culo al suelo.

Frotándose la zona baja de la espalda, miró a la telaraña, molesto. Acercándose, pudo ver más detalladamente cada uno de los hilos que la araña tejedora de aquella tela había usado para hacerla.
Volvió a lanzar un fuerte mandoble a la telaraña y volvió a rebotar, varias veces.
-¡No te podrás resistir para siempre, maldita telaraña!

Pasó el tiempo, hasta que W, derrotado, se sentó en una roca frente a la telaraña.Estuvo pensando  como podría pasar por el sendero sin romper la telaraña, pero acabo desechando la idea, ya que parecía mas difícil que romperla. Así, pensando, entrelazó las manos,  entrecruzando los dedos, y las levanto, estirando los brazos. En ese mismo momento se dio cuenta de qué había estado haciendo mal. Armado con la espada, volvió a enfrentarse a la telaraña, pero, esta vez, en lugar de darle brutales embestidas sin parar, apuntó a los lugares donde la maraña de hilos era mas débil. Así, la telaraña cedió sin oponer apenas resistencia. Contento y orgulloso de si mismo, W continuó sus andadas.

Al rato, llegó a un claro del bosque. Al llegar al centro, multitud de esporas empezaron a caer en el suelo, y de cada una de ellas una especie de planta surgía a una velocidad pasmosa. W se quedó quieto, ya que no sabía que pasaba. De repente, las plantas empezaron a acercársele, lentamente, pero sin parar. 

W dio un paso atrás involuntariamente. ¡Aquellos pequeños brotes se dirigían hacia él! Al apoyar el pie, notó un cosquilleo en el talón. Los brotes lo tenían rodeado. quitó el pie rápidamente, pero era demasiado tarde. El brote lo había alcanzado y trataba de enraizar en su pierna.  Presa del terror, el joven veía como de aquel pequeño brote salían cantidad de raíces y revoloteaban alrededor de su pierna. En cierto momento, una raíz encontró sujeción en su pierna, y W gritó de dolor y miedo al sentir el dolor que le causaba esta al abrirse paso entre su piel, venas y músculos. Sin pensarlo dos veces, cogió el brote y lo lanzó lejos. Tenía que pensar rápido "Seguro que a estos parásitos también tengo que derrotarlos con la cabeza. "  pensó "Si estuviera aquí Isu o Alecs... " 

Veloz como el rayo, W se subió a un árbol. "Veamos, son plantas, o eso parece. Así que el fuego será muy eficaz contra ellas,¿no? " mientras estaba sumido en esas deducciones, las plantas comenzaron a trepar por el árbol de W. 
-Mierda, joder, ¿esque también sabéis trepar? 
El murmullo de la maleza fue toda su respuesta.

Partió velozmente dos trozos de madera y empezó a frotarlos entre ellos como le habían enseñado de pequeño. No tardó en salir humo y en nacer un pequeño fuego. W acercó una hoja del árbol y en cuanto tomó fuego, la tiró hacia abajo. Nada más ver que los brotes del suelo tomaban fuego, saltó desde donde estaba. Como era muy alto, se hizo daño, pero logró cojear hasta el río. Allí, valiéndose del cubo que llevaba en su equipaje, cogió agua, para controlar el incendio. Muchos brotes prendieron en llamas, pero había otros que aun continuaban acercándose a él. Tras trazar el círculo de agua, W, en misión suicida, se metió dentro de la zona insegura, al lado del fuego.

Todos los brotes le siguieron, y pronto tanto los brotes como W estuvieron rodeados de fuego. El niño intentó aguentar todo lo que pudo entre las llamas, esquivando los brotes que le saltaban encima sin parar. Pronto, todos los brotes habían ardido, pero el fuego llameaba al rededor de W, quien, cojo, tenía dificultades para salir de aquel círculo infernal.

Finalmente, logró hallar un pequeño hueco entre las llamas, por el que logró evitar el fuego. Al salir, se dejó caer al suelo. Se miró el tobillo que le había infectado el brote antes y lo vio lleno de sangre, probablemente, por la brutalidad de sacárselo.

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Tras un buen rato caminando, W se encontró a un señor. Estaba de espaldas y llevaba una bata muy larga.
-Oiga, viejo...- empezó W, pero el anciano no se giró, así que W se acercó mas. El largo pelo blanco le caía por la espalda hasta el suelo. W se puso frente a el y le vió una barba igual de larga, pero no pudo verle ni un solo rasgo facial mas, ya que el flequillo le tapaba la cara hasta el nacimiento de la cara.
-¿Eh, abuelo, me oyes?
Sin mover los labios, el sabio habló:
-Buenos días. Soy Pab-sensei. Un  antiguo alumno mío me pidió que te proporcionase un remedio para tus miedos, así que adiós, te dejo que lo concluyas el entrenamiento de remedio.

En ese momento, Pab-Sensei se desvaneció, pero antes de  que W tuviera tiempo para preguntarse a dónde habría ido, se oyeron gruñidos procedentes de detrás suyo Gruñidos familiares. W se giró lentamente para encontrarse frente a frente con una trerra gigante, de medio metro de altura. Tragando saliva, W se puso en guardia. Miró a la trerra a los ojos, esos ojos llenos de venas que podían poner la carne de gallina incluso a Samu.

La trerra saltó hacia W, que se defendió con la espada del ataque de la misma, pero apenas tocar el suelo, el engendro volvió a saltar sobre el niño, tratando clavarle los hiper-colmillos. W logró calvar la espada en la papada del animal, quien tuvo que frenar su salvaje ataque, herido. Sin embargo, soltó un arañazo potente en W, dejando 3 brillantes surcos sangrientos en su brazo. W no se amedrentó, si no que retomó el ataque con furia redoblada. Intentó meter la espada otras 5 veces, sin éxito, hasta que logró clavar la espada en la nuca de la Trerra, matándola con un giro de muñeca.

Acto seguido, W se fijó en un sendero que salia del claro en el que había tenido lugar la lucha, y lo siguió. Para su sorpresa, al final del mismo estaban Pab y Koga, bebiendo alegremente. El ninja lo recibió alegre:
-¡Sabía que lo harías, chaval! Por si acaso, tuve puesto un ojo en ti durante todo el entrenamiento, pero has estado a la altura de los mayores ninjas del dôjo Bell a tu edad. Felicidades. Te nombro oficialmente espadachín.
-Las trerras comunes no son peligrosas en comparación con esa mole que acabas de vencer.- comentó Pab

Tras emocionarse, W bebió toda la tarde con Pab y Koga
-Es la hora de volver al campamento, es tarde- Dijo el sensei ninja.
-No! vamos a ir ya mismo a por el sabio Hams cargandonos a todos los que tengamos en medio- dijo el niño, claramente borracho. Así que Koga se limitó a cogerlo de un pie y a colgárselo de la espalda, y se puso en marcha tras despedirse de Pab.

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