El viaje continuó sin imprevistos. Al poco tiempo de cruzar la frontera del Reino Yaoi, durante otro entrenamiento, Alecs gritó:
-¡Lo hice! ¡Por fin he descubierto la fórmula!
-¡Lo hice! ¡Por fin he descubierto la fórmula!
Bin, que estaba practicando tiro con arco, se sobresaltó y falló, dándole a un pobre pato que tenía la mala suerte de pasar por ahí.
-Creo que empezaré a llamarte Bin la Asesina de Patos.-dijo Pokman, que estaba entrenando sus piernas.
-Creo que empezaré a llamarte Bin la Asesina de Patos.-dijo Pokman, que estaba entrenando sus piernas.
Días antes, Alv le había dicho:
-Tu niño, escúchame un rato. Te he visto entrenar. Creo que has avanzado mucho en poco tiempo. Bien. Pero dime, ¿Cuáles son las armas de un luchador como tu?
Pokman titubeó, por lo que Alv-sensei continuó la lección :
-tus armas son tus extremidades. Tus brazos son tus arcos, espadas, dagas, báculos, ballestas y garrotes. Pegas y te defiendes con ellos. ¿Te parecen suficiente arma?
-¿Sí?
-¡No! Tienes 4 extremidades, no sólo dos. Y si quieres rendir al máximo, debes aprender a usarlas todas.
-Si, maestro.
-Tu niño, escúchame un rato. Te he visto entrenar. Creo que has avanzado mucho en poco tiempo. Bien. Pero dime, ¿Cuáles son las armas de un luchador como tu?
Pokman titubeó, por lo que Alv-sensei continuó la lección :
-tus armas son tus extremidades. Tus brazos son tus arcos, espadas, dagas, báculos, ballestas y garrotes. Pegas y te defiendes con ellos. ¿Te parecen suficiente arma?
-¿Sí?
-¡No! Tienes 4 extremidades, no sólo dos. Y si quieres rendir al máximo, debes aprender a usarlas todas.
-Si, maestro.
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Mientras tanto, Isu entrenaba con Aitor. Los palos de ambos magos chocaban en el aire rapidamente y con fuerza. El príncipe era rápido y certero a la par que elegante y grácil en el combate, mientras que Isu se limitaba a esforzarse al máximo.
Por eso, Patata se sorprendió al oír el agudo sonido de la corona del príncipe golpear el suelo. Cuando giró la cabeza, vio a Aitor bloqueando la vara de Isu en una postura algo forzada. Lo que mas le llamó la atención a la rana fue lo cerca que estaban los rostros de ambos magos.
-No puede ser, un mago con el corazón roto... hará que todo el reino caiga en un invierno eterno.
-El corazón roto será el mio como sigas sin darme una cita. - le dijo Poli al viento. La rana estaba supervisando el entrenamiento de Bin, pero mantenía un ojo pegado a su amada en todo momento.
Por eso, Patata se sorprendió al oír el agudo sonido de la corona del príncipe golpear el suelo. Cuando giró la cabeza, vio a Aitor bloqueando la vara de Isu en una postura algo forzada. Lo que mas le llamó la atención a la rana fue lo cerca que estaban los rostros de ambos magos.
-No puede ser, un mago con el corazón roto... hará que todo el reino caiga en un invierno eterno.
-El corazón roto será el mio como sigas sin darme una cita. - le dijo Poli al viento. La rana estaba supervisando el entrenamiento de Bin, pero mantenía un ojo pegado a su amada en todo momento.
Y Bin estaba igual. No podía quitar de su cabeza al pobre W. ¿Dónde estaría entrenando?
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Mientras tanto, Samu estaba con Alecs
- ¿Qué es eso que dices que has descubierto?
-Es un arma completamente letal. su poder destructivo es mucho mayor que el de cualquier otra- le mostró una pelota del tamaño de un puño.
-Pero... si esto no es mas que una pelota, Alecs.
-Eso parece. Pero, si estiras de aqui y haces asi... - manipuló la pelota y la ató rápidamente a una flecha, lanzándola bien lejos-tachán!
Samu vio como una explosión cubría la zona donde la flecha se había clavado.
-¿Lo ves? - dijo Alecs, orgulloso. - Es genial!
-Alecs, eres la hostia.
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Mientras tanto, Samu estaba con Alecs
- ¿Qué es eso que dices que has descubierto?
-Es un arma completamente letal. su poder destructivo es mucho mayor que el de cualquier otra- le mostró una pelota del tamaño de un puño.
-Pero... si esto no es mas que una pelota, Alecs.
-Eso parece. Pero, si estiras de aqui y haces asi... - manipuló la pelota y la ató rápidamente a una flecha, lanzándola bien lejos-tachán!
Samu vio como una explosión cubría la zona donde la flecha se había clavado.
-¿Lo ves? - dijo Alecs, orgulloso. - Es genial!
-Alecs, eres la hostia.
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