Capítulo 1: La profecía

La ciudad estaba inquieta.

En las alturas centelleó un relámpago y un instante después estalló el trueno; resonó en la oscuridad como el rugido de una bestia inmensa.

Llegaba la hora.

Pero no había nadie asomado a los ventanales del castillo que se alzaba coronando la ciudad.

Mientras tanto, en el interior de la fortaleza, en una de las numerosas habitaciones, se reunían todos sus moradores. De repente, todos, excepto una anciana dama que se encontraba en la cama, cayeron al suelo, dormidos. Un guerrero tatuado, un hombre bajito y ceniciento, una mujer a la que al caerse se le separó la cabeza, un temible ser alado de piel como el carbón con pequeños diamantes incrustados en él, una fantasma de tono verdoso, un vampiro que llenó la habitación de polvo, un ser envuelto en vendas como una momia y otros dos personajes más, uno con una máscara negra y el resto de cuerpo todo de blanco, y el otro con máscara blanca y ropajes negros. Todos se desfallecieron a la vez y se sumaron al sueño de la anciana que dormía en la cama.

El guerrero miró a su alrededor, desconfiado, y le preguntó a la anciana dama:

- Dama Sueño, dime, ¿dónde estamos?

- Espera un poco, Utjan, a que lleguemos todos.

Mientras Dama Sueño decía eso a el pequeño ser ceniciento, llamado Denéstor, apareció. Abrió la boca como queriendo preguntar algo, pero una mirada de la anciana lo silenció. Después llegaron los seres restantes. Dama Sueño notó que faltaba alguien:

- ¿Y Mistral?

- Ese debe de haberse vuelto loco. La última vez que lo vi estaba encerrado en una caverna a la que sólo se puede acceder por la cicatriz.- Respondió el ser alado, llamado Esmael.

- Os he reunido porque llegan tiempos difíciles, y no sólo para Rocavarancolia: todos los mundos corren peligro.

- Lo he soñado, pe...-p-pero señora, si usted lo ha soñado n-no deja de ser nada más que un sueño, ¿no?- Intervino el vampiro.

- No, mi querido Enoch, éste fue un sueño del futuro, pero nada está escrito y podemos cambiarlo a voluntad. Por suerte, regresé con una pista.

-  ¿y cuál era, mi querida Dama Sueño?- Dijo la fantasma, llamada Dama Serena.

- Sí, eso, suéltalo, llevamos 29 años con el reino en decadencia, no tenemos nada mejor que hacer y...- Dijo la señora que parecía llegada de la guerra, haciendo honor a su nombre; Dama Desgarro.

-SALVAD A LA ANIMADORA; SALVAD LOS MUNDOS.

Madrid, La Tierra

En un jardín estaba reunida una pequeña multitud. Kirtash, un joven de mirada heladora, estaba quieto, como si no sintiera nada. A su lado estaba Jack, con su pelo rubio y ojos verdes, mirando a Victoria. Ésta, hablaba con su abuela, la cual parecía un hada. Bueno, en realidad lo era: estaba ante la hechicera más poderosa de Idhún: Aile Alhenai. También se congregaban allí dos hombres. El primero, era un hombre con rasgos lobunos y el pelo gris y el otro, un joven que no pasaba desapercibido de mirada clara. Eran Alexander y Shail. Al lado de Shail estaba un tipo muy pálido, que había venido desde Forks para acompañarlos por petición de Victoria. Se llamaba Edward. Decía conocer el método para ir a otros mundos.

- Yo no puedo llevaros, pero los Vuituris me han dicho que conocen a alguien que si puede. Vive en Japón, y ella puede conceder deseos, a cambio de un precio.

- De acuerdo- Dijo Jack.- Al fin y al cabo, hay que recuperar su espada, ¿no?

- Le pediré al alma que nos lleve.-Dijo Victoria.

Continuará