17 de mayo de 2015

Crónicas de Hirondale XVIII: Hacia el primer yacimiento del hielo

[Frontera del Reino Punto y el Reino Yaoi, Mientras Isu, Alv y Alecs volvían a nuestra dimensión y mientras Floro y Alex Seison partían desde Troia hasta Term.]

-¡Por fin estamos todos juntos!- Dijo Poli, alegre. Sin embargo, los demás estaban agotados. Por un lado, la pelea contra Mankys había acabado con la energía del grupo de los que fueron tras el rey mago, y por otra parte, los ninjas también habían sufrido lo suyo a manos de Peter, el guerrero. Koga seguía inconsciente.

-Si,  pero tras 5 capítulos un día entero aún  no hemos restablecido el yacimiento mágico del templo del Sur.- dijo Aitor, que se encontraba jadeante. El príncipe era el que más prisa tenía, pues el destino de su reino dependía en ello.

-Si, ahora deberíamos ir a ello. Podemos ir, arreglarlo y luego ir a...-W, no pudo evitar un sonoro bostezo- dormir.

-Sí, vamos, yo aún tengo fuerzas para más.-dijo Pokman, que seguía lleno de sangre y sudor tras su batalla contra Peter.

-Nosotros acabaremos lo que Koga-sensei no ha podido. Con que los haps se queden cuidándolo será suficiente.

-He perdido muchas flechas, pero aún puedo cubriros.- dijo Bin, con gesto duro, aunque cansado.

-¡ALTO!-la voz de Patata se oyó por todo el campamento.- ¡No podéis entrar ahora! Acabais de sufrir luchas, estrés, caos y estáis derrotados. Entrar ahí ahora mismo sería un suicidio.

-Patata.- Aitor, cansado, se levanto del suelo.-Todos en Punto están sufriendo por la ausencia de hielo. No podemos permitir que eso se alargue ni un segundo más. Aunque eso signifique la muerte, debo hacer lo imposible por el Reino.

Aruv se acercó al Príncipe del Hielo, y dijo a la Hap con voz firme:

-Quizás ellos estén agotados, criatura, pero yo aún no he tenido que participar en ninguna batalla. Estoy lleno de energía y no has de subestimar el poder de la magia de fuego.

-¡Es verdad! ¡Contigo aquí podremos desayunar tortitas!-dijo W, aplaudiendo. El chico conservaba su buen humor incluso después de todo lo que había tenido que pasar.

-W, no es a eso a lo que se refería... pero yo, pase lo que pase ayudaré a los que sigais adelante. Para eso salí de Troia, ¿no? ¿Qué pinto yo aquí si voy a dejar de seguir adelante por unos rasguños?

Patata mantuvo la mirada de Punto unos momentos, pero finalmente se dio por vencida.

-Pero los heridos se quedan conmigo.

Así, los dos príncipes, W, Bin, Poli y Samu se dirigieron a las profundidades de el lugar donde hasta entonces había estado aquel templo que había echado a correr  por culpa del Príncipe Mankys.

El lugar en el que entraban era un agujero enorme. Aitor había invocado unas escaleras con hielo y todos habían empezado a bajar por ellas con cuidado.

-Menos mal que no está Isu, si no ya se habría despeñado por la ladera. - comentó W, desconcentrándose y perdiendo el equilibrio. Batió los brazos en el aire inútilmente mientras se inclinaba irremediablemente hacia las profundidades del abismo, pero en el último momento Bin estiró la mano, logrando atrapar la del chico cuando ya todo parecía perdido. La chica había sacado el arco y lo había clavado en el hielo para usarlo como agarre. Acto seguido, W perdió pie, cayendo al vació, quedando colgado de la mano de Bin. El hielo empezó a crujir.

-Oh, mierda.- El príncipe de hielo empezó a cantar, para darle fuerza a la escalera en el punto donde Bin clavaba el arco.

Poli salió disparado hacia W, para ayudar a Bin a levantarlo y devolverlo a la escalera. Samu y Aruv observaban la escena impotentes.

-Ojalá pudiera ayudar...-comentó Aruv, apenado.

-Cada cual tiene su momento. Reserva tus fuerzas para entonces.- dijo Samu, con una sonrisa tan amable que incluso transmitió tranquilidad a través del velo.

Minutos después W estaba de vuelta en la escalera. Bin, perdiendo los nervios, empezó a gritar al príncipe:

-¿Pero se puede saber de qué vas? ¿A quién se le ocurre conjurar una escalera de hielo en un agujero tan profundo y no ponerle barandilla? ¡W no se ha matado de milagro!

-Yo...-Aitor no sabía qué decir- Lo siento, ahora mismo voy a conjur...

-¡Alto!- gritó Aruv. -puede que ahí abajo necesites esa energía, Aitor.

-El riesgo que corremos es demasiado grande. También te he visto a ti patinar un par de veces.- dijo Samu.

-Tienen razón. Debo elevar una barandilla o alguien podría volver a caerse... y puede  que ese alguien no tenga nadie que le tienda la mano la próxima vez. Pero... si voy a conjurar una barandilla dejadme hacer algo más veloz nuestro descenso.

Tras hacer crecer una barandilla bastante rudimentaria por el lado peligroso de la escalera, el príncipe Aitor dijo unas palabras que convirtieron la escalera en rampa. Al instante, todos menos Samu cayeron de culo y bajaron por la rampa como si de un tobogán se tratase. Samu por su parte, se dejó llevar por la cuesta patinando.

Al llegar abajo, el grupo se encontró una caverna enorme, a oscuras.

-Creo que ha llegado mi hora.- dijo Aruv, que con unos rápidos movimientos de mano otorgó una llama a cada mano izquierda de los componentes del grupo. Después, con otros gestos diferentes, conjuró una bola de fuego más grande, que situó delante del grupo.

-No os preocupeis.-dijo al ver a Poli, que miraba su mano temeroso.-las llamas de vuestras manos no queman, solo aportan luz. La que sí que puede quemar es aquella bola de fuego, así que tened cuidado.

-Chicos.- Dijo Samu, serio.- No sabemos lo que puede haber aquí abajo. Quizás el Sabio Hams si que lo sabe, pero no se lo preguntamos, fallo nuestro. Bueno, y suyo, por no contárnoslo.

-Eso, eso, la culpa es de Hams!-dijo Poli, agitando el puño izquierdo en el aire, creando un baile de sombras en la cueva.

-Pero lo que quiero decir es que esteis en guardia.- acto seguido, Samu sacó los shurikens, que brillaron con fiereza, y se quedó sujetándolos entre los dedos. Bin se sacó el arco del escote y preparó una flecha, para tardar lo mínimo posible en el caso de un disparo de emergencia. Aitor empezó a murmurar hechizos defensivos sobre todos los integrantes del grupo, y Aruv, sacando la espada y haciendo unos gestos con la mano sobre la empuñadura de estas, le prendió fuego a su arma. Y aunque pareciera mentira Poli sacó su propia espada.

-¿Qué? Me la dio Patata, me dijo que perteneció a Ras, pero que ella no iba a darle uso. Y he seguido con mucha atención las lecciones de esgrima de W.

No hay comentarios:

Publicar un comentario