Irrumpimos
en la sala, de golpe, dejando atrás todo el sigilo que habíamos
mantenido hasta entonces, para encontrar una estancia llena de humo. La
única pista que teníamos acerca de lo que estaba pasando eran las toses
de Kitty. Nos acercamos allí en lo que el humo se disipaba, solo para ver que los captores se habían esfumado.
-Creo que al oíros entrar huyeron. -dijo Kitty, entre lágrimas. El humo nos había hecho llorar a todos.
Al oír esto, Mike echó a correr hacía la entrada de la estancia, pero Terence lo detuvo usando paralizador:
- Pero ¿¡qué haces, loco!? ¿Es que quieres matarte?
- ¡Voy a cargarme a esos malnacidos!
-
¿Tú sólo? No puedes. Y acabas de salir corriendo sólo. Llegan a ser un
tipo planta o un tipo eléctrico y apuesto una manzanita a que no
llegamos a volver a verte.
Mike me miró, como esperando que le diera la razón, pero no iba a hacerlo: Terence había hecho bien en paralizarlo. El movimiento provocado por el Turtwig no duraría demasiado, y mientras aprovechamos para hablar con Kitty:
-Kitty, ¿Estás bien? ¿Te han herido? ¿Tienes alguna alteración de estado?
-Tranquilos,
estoy bien, algo herida, pero sin alteraciones de estado. No tendréis
un zumo de baya… han usado algunos ataques contra mi…
Saqué de mi mochila un zumo de baya de los 3 que tenía planeado merendar y se lo ofrecí a Kitty, quien inmediatamente se sintió mejor.
-Gracias, Roy.
- ¿Quiénes te han traído hasta aquí, Kitty?
-Han sido dos pokémon
que no sabría reconocer, nunca había visto a nadie de su especie. Eran
los dos iguales. Eran como Aixa, pero no tenían el pelaje morado, ni la
cola acabada en una mano. No sé quiénes eran. Lo siento.
-No, no te disculpes, Kitty. Lo importante es que estés bien.
Fin de la primera parte.
La semana que viene: Parte II: La Amenaza Fantasma
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