Este es el segundo capítulo. Me ha gustado mucho escribir la historia, y aunque el teaser del prólogo no tuvo mucho éxito, estoy seguro de que esta vez irá mejor.
Aitor
La historia hasta ahora:
Roy, un ralts, y Mike, un poliwag, han descubierto que Kitty, su compañera de clase ha desaparecido y que está en la Cueva Sonora. A pesar de no ser un equipo de rescate, deciden ir a salvarla.
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Tras salir del Bazar Keckleon, salimos de la
plaza, hacia el oeste, y al llegar a la base del equipo de rescate torcimos
hacia el sur. La gran mayoría de lugares se encontraban hacia allí: la Arboleda
Chica, el Monte Acero… la Cueva Sonora
estaba al sur de la Arboleda Chica, a escasa media hora andando desde Plaza Pokémon.
-Da un poco de miedo…- de la cueva salía una
corriente de aire frío que me ponía la piel de gallina.
-No te preocupes, yo estoy aquí. Juntos
rescataremos a Kitty.
-Querrás decir los tres juntos, ¿no?
Tanto Mike como yo miramos a nuestro
alrededor, asustados. Di un par de pasos hacia atrás hasta que noté la cola de
Mike cosquilleándome la nuca. ¿Quién había dicho eso? ¿Acaso el secuestrador de
Kitty nos había seguido? ¿Iba a secuestrarnos a nosotros también? Justo en ese
momento, una hoja pasó volando velozmente por el estrecho hueco que había entre
Mike y yo. Entonces, concentrándome, pude visualizar quien era. ¡Se trataba de
Terence! Salió de su escondite entre los arbustos entre risas:
-Vaya, teníais que haberos visto las caras.
¡Cómo voy a reírme cada vez que me acuerde de ellas!
-Yo me lo cargo… -Mike empezó a encaminarse
hacia él, pero lo sujeté. Terence era tipo planta, y Mike podía hacerse mucho
daño si le pegaba.
-Calma, Mike, calma. No hace falta enfadarse
por una broma.
-Eso, eso. – Corroboró Terence. - Además, no
es justo que os vayáis los dos solos y no nos dejéis nada de fama a los demás.
¡Yo también quiero ser un héroe y salvar a Kitty!
- Bueno, - dijo Mike – te dejamos venir con
nosotros, pero has de saber que Roy es el líder y que debes hacer todo lo que
él diga.
Esa afirmación me dejó bastante asombrado,
pero no dije nada. Terence, feliz, dijo que sí. Al parecer, él sólo venía a
pasárselo bien y a explorar. Así que entramos en la cueva.
Esperamos a que la
vista de Mike y Terence se acostumbrase a la tenue luz de la cueva y
continuamos hacia delante. Todo estaba demasiado tranquilo, lo cual me daba
miedo. Según avanzábamos, llegamos a una sala en la que gracias a rastro
detecté un pokémon.
-Chicos, creo que Kitty está aquí. Puedo notar
una presencia, aunque no estoy seguro de quien es.
Al entrar en la sala, pudimos ver que,
efectivamente, había un pokémon allí, pero, por desgracia, no se trataba de
Kitty. Se trataba de un wooper. En cuanto nos vio, echó a correr hacia
nosotros. Yo me quedé paralizado de terror: había oído hablar sobre que algunos
pokémon estaban volviéndose locos a causa de los terremotos que sucedían
últimamente, pero nunca pensé que pudiera ser verdad. Sin embargo, ahora mismo,
eso estaba pasando: un pokémon que no debía ser mucho mayor que yo estaba
corriendo hacia mí, dispuesto a atacarme hasta que cayera debilitado.
Un destello verde me hizo volver a moverme.
Terence había atacado al wooper, dejándolo casi debilitado. Multitud de hojas
como las que tenía en el brote de la cabeza habían salido disparadas desde él
hasta el enemigo, quien se debilitó al instante, abrumado por el ataque tipo
planta, al ser un pokémon de tipo agua y tipo tierra.
-Así que es cierto, los pokémon aquí intentan
matarte sin mediar palabra… como si fueran unos salvajes. - dijo Mike, bastante
menos afectado que yo, mientras avanzaba.
Yo continué mi camino detrás suyo y de
Terence. Pude ver a Terence usar fortaleza, endureciendo su caparazón de turtwig.
Durante un buen rato, continuamos caminando
sin problemas, pero tras avanzar dos pisos más, un timburr se abalanzó contra Mike desde las sombras.
- ¡No puedo moverme! - gritó, herido.
Probablemente el agresor había usado palmeo para paralizar a mi amigo. Furioso,
sin pensar, me concentré en infringir daño a aquel malvado pokémon, y pude ver
como su rostro se desencajaba de dolor bajo mi ataque confusión. El timburr
salvaje cayó al suelo, debilitado, dejándome con una sensación de culpabilidad.
Yo lo había debilitado. Mike se acercó a mí, y casi sin aliento, me dio las
gracias:
-Gracias. Si no hubiera sido por ti... ahora
podría estar muerto... me has salvado.
Me miré los brazos. Aunque estuvieran limpias,
las veía llenas de sangre, sangre del timburr al que acababa de debilitar.
Aquello me estaba afectando mucho. Terence lo notó, pues me preguntó,
preocupado, si quería salir de la cueva.
-No, no. Estoy bien. Tenemos que rescatar a
Kitty. - Continué hacia delante, liderando el grupo. Seguía encontrándome
fatal, pero si me echaba atrás en ese momento… quien sabía lo que aquellas dos
figuras podrían hacerle a nuestra amiga.
Llegamos al siguiente piso. Un pochyeena
salvaje nos salió al paso. En clase había una pochyeena, Posie, que resultaba
bastante intimidante, pero era nuestra amiga. No podía enfrentarme a eso. El
pochyeena salvaje se abalanzó sobre mí, dispuesto a usar mordisco, pero el
movimiento falló gracias al ataque arena de Terence. Mordisco era un movimiento
de tipo siniestro, al nivel al que me encontraba podía ser fatal. Recordé que
mamá conocía ataques tipo hada, pero yo aún no había sido capaz de aprender
ninguno, así que usé gruñido para reducir el ataque del pochyeena.
- ¡Gracias
Terence! - exclamé. Mi amigo asintió, orgulloso, pero en lugar de responder,
embistió contra el pochyeena. Aquel placaje lo dejó casi debilitado, pero este
corrió hasta Mike, a usar arañazo. Por suerte, el ataque arena de Terence hizo
que volviese a fallar, y Mike contraatacó con burbuja. El pochyeena salvaje
cayó al suelo, debilitado. Entonces, sentí una extraña sensación en mi
interior, como si me hiciera más fuerte.
-He… ¡He
subido de nivel!
-
¡Felicidades, Roy! – dijo Terence, chocando su pata con mi mano. - Nivel 13,
¿verdad?
-Si… no me lo
esperaba para nada…
-Jo, qué
envidia. - Protestó Mike. Yo también quiero…
Dejando al
pochyeena debilitado atrás, continuamos hacia las profundidades de la caverna.
Bajamos al tercer y último piso. Tragué saliva. Estábamos cerca. Mike se acercó
un poco a mí por la izquierda y Terence hizo lo propio por la derecha. Tragamos
saliva todos juntos.
-Allá vamos.
¿No? - dijo Mike, con un tono de voz apenas inaudible. Dimos un paso hacia
delante. Nos detuvimos, alerta. Empezamos a escuchar las voces de los raptores
y los gemidos asustados de Kitty, lo cual nos hizo avanzar algo más rápido.
De
puntillas, sin hacer ruido, nos acercamos a la entrada de la sala.
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